Esta historia empezó hacer muchos
años… casi unos 25.
Y sí, esa de la
foto soy yo.
El cole nos ofreció la
posibilidad de acudir los sábados por la tarde al Hogar de las Hermanitas de
los Ancianos Desamparados de San José junto con una profesora del colegio que
nos acompañaba. Y allí fuimos unas cuantas compañeras dispuestas a ayudar a los
que más nos necesitaba, sin saber que las más reconfortadas seríamos nosotras
mismas.
Cada sábado, antes de salir con
nuestros amigos un ratillo por la tarde- noche, acudíamos a ver a “nuestras
abuelicas”, les dábamos la cena y ayudábamos a acostarlas. Les contábamos
nuestra semana y nuestros planes del fin de semana, nuestros desamores,
nuestras alegrías e incluso nuestras “peleas en casa”. Algunas nos contaban
como ellas también habían pasado por esto y nos daban consejos. Vivimos
situaciones extraordinarias, como cuando el día del Pilar fuimos a visitarlas
vestidas de baturras y otras más tristes cuando alguna se ponía malica y sólo
quedaba acompañarla cogiéndole la mano y rezando con el Manto de la Virgen del Pilar sobre
su cama.
Fueros varios años…. Todas ellas me
ayudaron a ser lo que soy ahora.
Cuando se decretó el estado de
alarma no pude evitar llamarlas y ver como seguían, TODOS BIEN, que gran
alegría, cada semana llamaba poco podía ayudar, rezar por ellas me decía la
Hermana que me cogía el teléfono… eso está hecho, faltaría más.
Pero se me ocurrió, que mis
alumnos podrían ayudarme a llevar un poco de alegría a ese hogar cerrado desde
hace más de 60 días y tras plantearles la idea, aquí está el resultado.
Gracias chicos y chicas por
implicaros en este proyecto.
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